Para dedicar a una mujer especial

  Hay letras que pierden el sentido, momentos que no dejan ver los sueños, pensamientos que se pierden en el sueño de una noche mientras piensas en la esperanza que se marcha con cada nuevo amanecer. Esperas sentado a que algo cambie, esperas a que la vida traiga de nuevo aquello que se ha llevado, aquello que viste que se iba con sus pasos para jamas mas volver. La vida se vuelve cruel, se ciega con aquellos que no hemos quedado sonriendo, con aquellos que alguna vez sonrieron y ahora son sus lagrimas las que mojan sus sueños, se escapa como lo hace la luz del sol en cada rayo de esperanza, he dejado que en mi alma se canse en la busqueda de recuerdos que no vuelven, de momentos que quizas no hayamos vivido de sueños que se esconden en una cabeza de aquel soñador que cree seguir siendo un niño aun.

Es una tarde mas en aquel banco esperando a alguien que no quedo en volver, una tarde mas repitiéndome a mi mismo que la vida puede cambiar y volver atrás, una tarde mas buscando la posibilidad en la negatividad de la suerte. Parado, contando los minutos de este reloj, viendo pasar a la gente pero no a quien espero. Sigo esperando ese milagro que tal vez no ocurra nunca, tal vez sea esa ilusión mía la que me hace estar cegado en ese lugar, en este momento.  La resignación puede conmigo, ya apenas se puede ver nada, la noche ha caído, las horas han pasado y ella no ha llegado. Continuo mi camino, esa rutina que me despide de ese lugar en el que un día hubo magia, sueños y que hoy solo son recuerdos y esperanzas rotas. Ese niño que se despierta cada mañana con una sonrisa en la boca es ese anciano que ahora camina por esta acera solo y con la cabeza baja para que no lo vean llorar. Las lagrimas dejan este reguero de penas y silencios por el camino mas duro al que enfrentarse, la re