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Mostrando las entradas etiquetadas como para la mujer perecta

Te quiero mi vida

Comenzaste siendo esa chica especial, esa que era distinta a las demás, que tenia algo que me volvía loco y terminaste siendo una de las razones mas poderosas por las que despertar cada mañana. Así es, poco a poco me di cuenta que lo único que necesito para ser feliz, es estar a tu lado, compartir mi tiempo contigo, vivir una vida juntos. No me hace falta nada mas, podre llegar reventado a casa, muerto de cansancio, con dolor por todo mi cuerpo, y con tan solo escuchar una de tus palabras ya me es suficiente para alegrarme la vida. Porque ni el dinero, ni todo el oro del mundo, podrán comprar una de tus sonrisas, porque ni el viento puede callar una de tus palabras y porque ni cien años de llantos pueden apagar este corazón que late por ti. 

Comienzo

Comienzo a extrañarte, a echarte de menos cuando estas lejos de mi, a no saber respirar cuando no puedo verte. A soñarte, no solo cuando duermo, sino a que al cerrar mis ojos puedo verte. A sentir ese aroma que embriaga mis sentidos, que duerme mi corazón en un silencio que solo tu puedes romper. A decir palabras que antes solo sonaban en mi cabeza, que componían poemas, versos y odas que jamas recitaría. Canciones que me recuerdan a ti, que sus letras me llevan a ese mundo en el que puedo estar frente a tus ojos, que puedo enloquecer mis sentidos y mirando al cielo decir que es la gloria. Comienzo a ver que el día termina, la noche cae y aun no estas a mi lado, que la lejanía produce esa tristeza que mis ojos cierra, que derraman lagrimas que antes escribían poemas y que ahora tan solo describen tu figura. Comienza esa soledad, esa en la que te busco en cada rincón, en cada esquina, en cada lugar en los antes estabas y ahora ya no. Comienzo a quererte hoy mas que ayer y menos que ma

Edilio

Mas quijote que Sancho así fue este fantasía, enamorado de una dulcinea, una princesa de cuento de hadas. Así molinos que se transformaron en gigantes, pequeñas piedrecillas del camino que se transforman en rocas, en montañas que hay que saltar. Pero la esperanza jamas decae, cuando te enamoras de una mujer así. Nadie dijo que fuera fácil que un loco mendigo se enamore de una princesa, alguien que saca una sonrisa por cualquier parte que camina. Muchos son los llantos que corrieron por esta mejillas que hoy sonríen a la vida, por esa mujer que hizo el mas lino caballero a este poeta que se enamoro de esta primavera.  Mucha fue la espera, hasta ese día en el que con un si todo cambio, muchos días dudando si un hombre como yo haría feliz a una reina como ella. No pude promerterle el mundo, ni siquiera ahora tampoco, pero algo si, estaré en las buenas y las malas, siempre a tu lado. 

Carta numero mil dos

Buenas tardes princesa: No hace mas de media hora que tu mirada se ha encontrado con la mía por ultima vez y ya te echo de menos, aun el aire huele a tu aroma afrutado, ese olor a vainilla que tanto me gusta. Esta tarde esta nublada, y con ganas de llover, tal vez como aquella en la que te conocí por primera vez. Aun así por muy nublada que este, tu siempre consigues que brille el sol. Eres el azúcar de mis días, la felicidad eterna en un mundo en el que la vida te golpea una y otra vez.  Que te eche de menos en tan poco tiempo, pues si, porque un minuto contigo se me hace ínfimo, mientras que un segundo sin ti se me hace eterno. Ya espero el momento de volverte a ver, de volver a embriagarme con ese aroma de vainilla, con esa mirada que es mi felicidad eterna. Ocupo cada silencio que encuentro a mis pasos con tus palabras, ya sean pocas o muchas, lo importante es que son tuyas y ahora suenan una y otra vez en mi boca. Poco a poco has hecho que sea el hombre mas feliz del

Silencio de amor

Son muchos los días y las noches que han pasado, muchas esas palabras que he callado y todo porque se me hace difícil decirle a la chica de mis ojos que me gusta, que llevo mas de tres años enamorado de ella. Me tiemblan las piernas cada vez que su mirada se clava en mi, me pongo colorado cuando mi nombre sale de su boca y no se porque. Puedo escribirle mil veces que la quiero, hacer mil y una gilipollez por intentar conquistarla, pero no tengo el valor suficiente para mirarla fijamente y decírselo;  me gustas. Y aquí estoy ahogando mis lagrimas en palabras que no leerás nunca o que si lo haces quizás no pienses en mi, vendiendo cara esta soledad que arranca lo peor de mi, sacando mis sueños y no dejando ser feliz. Podría llenarte mil hojas como esta del porque me gustas, de palabras que al leerlas no tengan sentido, pero en mi cabeza sonaban bien. Pero ten una cosa clara, aunque mi silencio sea tan fuerte, mi sentimiento lo duplica, porque si el cielo me pides, tu lo tendr