Para dedicar a una mujer especial

Siguen los silencios, siguen los ecos en el viento, siguen esos recuerdos que me llevan a tiempos mejores en los que tu sonrisa era la luz de mi día, la respuesta a mis preguntas y la serenidad a mi locura. Siguen las palabras en esta mente, en esta locura que son mis sueños, en la que son mis desvelos, porque desde la lejanía sigues siendo la musa que guía mi vida, que escribe mis poemas, que canta mis canciones, eres esa persona que mueve mi mundo sin que se de cuenta. Se amontonan los te quiero y los besos que no te doy, los silencios incómodos de esos momentos en los que te besaría sin pensarlo, se amontonan esas palabras que hoy son los versos de un ayer que llego mañana, de los te amo que se escuchan nada mas que en el viento, de este pobre alma que llora por la princesa de sus sueños. Se encadenan las palabras como lo hace mi alma, como lo hizo aquella tarde en la que tu mirada encadeno a este pobre corazón que solo pronuncia tu nombre. 

Así  continua, día tras día, despertando de un sueño y entrando en otro. Despertaba con la imagen de esa mujer, de esa que apenas hacia una semana que conocía, pero que cada vez entraba mas en mi vida. Cambio todo, la rutina ya no era rutina, me gustaba ir, porque sabia que ella estaba allí, porque por muy mal que fuera a ser el día, por muy largo que se propusiese, sabia que al final la vería. Así  paso una semana y después otra, y cada vez ella me atraía mas, me encantaba compartir pequeños ratos con ella, ya fueran con gente cerca o los dos, daba igual que conversación tuviéramos, para mi era especial. Me alegraba con tan solo ver que ella estaba allí y me entristecía cuando me venia, porque abandonaba su presencia y volvía a esta soledad a la que llamo rutina.